«La sangre salió un momento a borbotones, pero, según cuentan, ni una
gota se vertió en el suelo, y el puñal, sediento, se la tragó toda»
El puñal, Augusto Ferrán
Casi siempre, quiero dar un poco de humanidad a un mundo que considero sin escrúpulos. Pero, hay veces, que es necesario decir las cosas como son, sin pelos en la lengua y sin importar que las palabras duelan. A veces, hay que dejar que las palabras hieran y duelan a quien quiera dolerse.
Ayer, abrí el cajón del escritorio y me invadió una sensación de abandono y de ruina silenciosa, allí estaba el puñal abandonado en una gaveta casi vacía, no fuera por su presencia carente de posibilidades, ya que no había una mano cualquiera que le empuñara como simple extensión de una conciencia. Entonces recordé que mucha gente prefiere clavar el puñal por la espalda, sin unos ojos que le miren, sin una voz condenatoria.
Por menos de treinta monedas de plata, hay gente tan vil, que miente sobre la vida y pecados de otras personas, que en realidad ni conocen y más mediocres y traicioneros, resultan aquellos que les creen. Por eso, las palabras mal intencionadas son como el puñal que hiere y mata.
Ariana habló mentiras para el hombre que solo ve con un ojo, su ojo derecho es de vidrio. Él creyó en cada absurdo que ella profirió. Después, Ariana fue sonriente mirarse al espejo. Ella esperaba ver algo ideal, era un anhelo solamente. Pero ella no se reconoció, la imagen que le devolvía el espejo era fea, arrugada, vieja, disforme, tan horrenda cuanto sus palabras.
Deberías cuidarte de los gusanos, en la oscuridad, ellos pueden entrar por tu ojo de vidrío. Es lógico que, los gusanos, corren el riesgo de morir envenenados.
El puñal es un arma blanca que está diseñada para matar personas o animales, cuya hoja es triangular. Los hombres lo pensaron y constituyeron para un fin muy preciso: matar.
El periodismo, es un buen negocio en la actualidad, vale más por lo que calla que por lo que cuenta.