Redacción Magazine
Si hay un negocio que ha incrementado sus ventas por la pandemia del Covid 19 son las funerarias. Resulta grotesco el comportamiento de estos negociantes de la muerte, que hayan aumentado sus tarifas en situaciones tan tristes como la que estamos viviendo en estos momentos es denunciable y forma parte del lado mas infame del ser humano.
Muchos tanatorios están realizando sepelios penosos, sin flores, sin ceremonias, sin velatorio, y tienen el descaro de pedir cifras elevadísimas a los familiares de las victimas que no han podido ni despedirse de sus seres queridos. Han llegado a cobrar por un servicio funerario- ya de por si abusivo- hasta 6.000 euros cuando ese mismo servicio podría rondar los 2.000 y pico euros. Además, muchas de estas funerarias se nutren de ataúdes traídos de China- tiene gracia la cosa- a mitad de precio que los fabricados en territorio nacional.
Ante esta situación, el Gobierno se ha visto obligado a regular las tarifas de estos servicios funerarios, servicios que en los últimos años ya habían triplicado sus beneficios a costa de su privatización. Si a eso le sumamos la opacidad del sector y su falta de ética ante el dolor de los afectados no estaría de más que de cara al futuro se tomaran medidas con respecto a esta falta de trasparencia.
Cuando se habla de la vuelta a la “nueva normalidad” esperamos que eso también incluya la regulación de un sector que juega, ya no solo con el bolsillo de los ciudadanos, sino lo que es peor, con su dolor.