Ghostwriter o escritor fantasma, es un escritor profesional a quien se contrata para escribir por cuenta de otra persona, o sea, el que escribe el libro para otro y permanece en la sombra del anonimato.
Normalmente, son requeridos para hacer autobiografías y discursos de toda índole, en especial políticos; en un planeta en que todo se compra, también suelen contratar los servicios de un Ghostwriter para escribir cuentos, artículos, reseñas novelas, entre otros géneros literarios a cambio de una retribución económica. El contratante, es un individuo que no cuenta con la instrucción adecuada para realizar este tipo de obras literarias, pero tiene dinero para pagar por el reconocimiento que tendrá la obra firmada por él y escrita por alguien, que sí, sabe escribir.
El Ghostwriter o escritor fantasma, refiere a la persona que trabaja anónimamente para presunción y provecho de otro en trabajos literarios, porque no recibe el crédito como autor de esas obras. Eventualmente, recibe créditos como colaborador de la obra en cuestión. Normalmente, permanecerá anónimo en la publicación, que aparece a nombre de la parte contratante.
Es muy común que celebridades contraten a escritores fantasmas para escribir su biografía o para o contestar a entrevistas escritas, sin que en realidad hayan sido entrevistados.
Asimismo, en toda Latinoamérica, está de moda que los narcotraficantes paguen para escribir sus biografías, que después, son presentadas como autobiografías, muchas veces, retratándolos como personas honorables y etc., todo en la búsqueda de reconocimiento social o inmortalización, a través de la literatura.
Esta práctica ha sido muy común en el transcurso de la historia, donde amanuenses y secretarios escribían los discursos y las cartas para los políticos, asimismo, los discípulos de un maestro completaban su obra bajo su dirección y a veces, de manera póstuma. Muchos políticos leen discursos públicos que otra persona ha escrito para ellos.
El servicio de escritor fantasma incluye la redacción completa de un libro; con corrección de estilo, entregando el producto final listo para diagramar y publicar; haciendo con que el Ghostwriter o escritor fantasma, tenga que rescatar libros de la mente de los contratantes y hacerlos realidad, a cambio de un rédito económico.
Los escritores fantasmas, suelen garantizar la máxima confidencialidad y profesionalismo; entregando los derechos de autor y firmando un contrato de confidencialidad. Sumado a que el contratante exige el criterio de originalidad en la escritura. Porque los contratantes, quieren usufructuar de las glorias, generadas por el libro comprado y no quieren dejar en relieve su incapacidad para producir una obra literaria, que además de técnica, requiere talento.
Así como la práctica de escritor fantasma es una práctica históricamente común, también es una práctica condenada como inaceptable y poco ética, lo que no impide que siga existiendo. En otras palabras, el escritor fantasma puede ser aceptable o inaceptable, depende de quién mira. La controversia existe y seguirá existiendo.
No hace falta preguntarse por qué un escritor se somete a tan extenuante trabajo: crear para otro; es más que obvio, que ningún escritor lo hace por deporte, es la necesidad de ganarse la vida, en un planeta que no valora el arte, menos el arte de las palabras. Es más, o menos, como el precio por vivir entre analfabetos que creen que escribir es fácil, pero no pueden hacerlo; como son analfabetos con plata, pagan para lucir su nombre.
Desde mi punto de vista el ghostwriter es una práctica insalubre, nadie quiere ser un escritor secreto, presionado con tiempos de entrega, limitado por temática u otros factores dictados por el contratante, empero, el problema para los escritores fantasmas reside en la ecuación entre la distancia de sus necesidades de sobrevivencia y la realización del sueño de ser escritor, sumado a las dificultades para vivir del propio talento; literariamente hablando el escritor fantasma está tratando de ganar el pan de cada día y realizar su propio sueño de escribir.