Más de 50 años después de que lo hiciera Estados Unidos, China planta su bandera en la Luna. Sin lugar a dudas, los chinos son ya el principal actor en el orden mundial. Mientras los demás países miran al dedo, los de los ojos rasgados conquistan el satélite en medio de un derrumbe económico mundial que ellos mismos propiciaron.
Se sigue opinando a la ligera, se sigue machacando a las víctimas de esta pandemia. Más allá de lo que ha contado la prensa, nuestros “amigos” los chinos nos narran otra realidad. No tenemos alternativa al furor amarillo, a su madurez comercial y a su brillante idea de gestionar un sistema quebrado por un virus surgido de sus entrañas.
Si algo desenmascara todo este teatro son los grandes oportunistas que hacen negocios con los asiáticos en medio de esta pandemia. Unos y otros son el vivo reflejo de la insaciabilidad humana: mascarillas, respiradores, medicamentos, vacunas, y hasta la cara oculta de la luna.
Visto que aún queda bastante para devorarlo todo. Cielo y tierra, no van a dejar ni una miaja pero si una lista interminable de difuntos, en su gloria los tenga el señor.