No había pasado una década de mi existencia cuando tuve noticias tuyas por primera vez. Un chico humilde de los arrabales bonaerenses estaba haciendo fluir océanos de tinta a cada gesto, a cada regate, a cada gol, a cada pase que salía de sus botas.
Para esa generación predemocrática fuiste una divinidad.
Amado, adorado y en un sinfín de noches soñado; todos nos pedíamos ser Maradona en nuestras pachangas de barrio, todos queríamos llevar el 10 en nuestra elástica, y no el de Pelé sino el del chico de Villa Fiorito que nos había robado los corazones, todos añorábamos haber nacido argentinos.
Porque para aquel país hermano siempre serás un D1OS o por lo menos a través de su «mano» fuiste capaz de vengar la afrenta del colonialismo británico, algo que el asesino Videla no pudo conseguir con sus tanques, sus armas, y la sangre de tu pueblo.
Hoy has puesto fin a una nueva etapa de tu existencia, y ya se siente con gran pesadez ese vacío, que sin duda alguna llenarás en el lugar al que te dirijas, porque ese es tu destino y no otro.
Y desde este planeta huérfano te digo «CHE pibe, que bueno que exististe».
!!!! HASTA SIEMPRE COMANDANTE ¡¡¡¡¡