A otro que le toco la china. Tres días después de grabar una de las mejores baladas de la historia de la música “Sentado en el Muelle de la bahía”, murió en un accidente aéreo.
Nadie podía imaginar que después de grabar una canción tan sublime las fuera a palmar por subirse a un avión con destino a uno de sus conciertos, y acabara en las heladas aguas del Lago Monona, en Wisconsin. Tampoco nadie podía imaginar que el creador de esa canción nunca vería la carpeta del disco impresa, y mucho menos que vendiera en ese año – 1968 – cuatro millones de copias.
Hace unos días hacíamos referencia a Lynyrd Skynyrd y a su nefasto destino. Tragedias similares se han dado de manera constante en algunos de los grandes artistas de la música soul. A Sam Cooke lo asesinaron. Marvin Gaye murió de dos balazos que le propino su propio padre. Donny Hathaway se suicido; Jackie Wilson sufrió un ataque al corazón, estuvo nueve años en coma hasta que murió en 1984.
La historia de Otis Redding es muy peculiar. Hijo de un pastor – cura- baptista, le toco vivir en una época donde la segregación racista estaba a la orden del día. Para poder realizar su verdadera vocación acepto todo tipo de trabajos. Su oportunidad le llego cuando Johnny Jenkins le pide que sea el chófer de la furgoneta en la que él y su grupo realizaban sus giras. En una de las sesiones de audición, Otis pudo realizar una sesión individual y en ese momento se descubrió su gran talento.
Se algo definía a Otis Redding era su apasionada forma de interpretar sus temas y el sudor de su frente. Con los años se convirtió en uno de los más admirados compositores de música soul, llegando a producir su más alto grado de pureza y maracndo un camino que muchos artistas tomarían posteriormente. Otis Redding tuvo un papel decisivo en el lanzamiento de otras grandes figuras como Aretha Franklin, Carla Thomas, Stevie Wonder o el propio Prince.
Hoy en día en soul no conoce de razas ni de los condicionamientos que marcaron a Otis Redding. La música está en deuda con este “negro”, como le gustaba llamarse a sí mismo.