Mucho se está hablando ultimamente sobre la crisis que está sufriendo la hostelería en los últimos meses, una realidad irrefutable. Como también se está hablando del poco apoyo recibido por parte de las instituciones con respecto al apoyo económico dado a los bancos en la famosa crisis anterior. Y no es un tema baladí. La hostelería en España debe de considerarse como un sector estratégico: más de 80 millones de turistas entran todos los años en el país y necesitamos tener unas infraestructuras adecuadas para que este flujo de visitantes tengan todo lo necesario para hacer la visita acorde a sus necesidades. Si a esto le sumamos la propia idiosincrasia de nuestra sociedad, no cuidar de la hostelería seria como pegarse un tiro en el pie. Pero es un tema que dejaremos para otro momento.
De lo que me interesa hablar ahora es de algo más intrínseco a la propia hostelería, que es la falta de responsabilidad y solidaridad dentro del gremio hostelero. Sobre lo primero – la responsabilidad- no estaría de más recordar las inmensas aglomeraciones que se han dado este verano en ciertos lugares (la imagen que ilustra este articulo es la de una calle de bares en Pamplona en plena desescalada, esta desenfocada a propósito), y donde muchos hosteleros han hecho la vista gorda con tal de llenar la caja registradora, por no hablar de la ineptitud de las fuerzas policiales, que cuando les interesa bien miran para otro lado. Hay muy pocos ejemplos de hosteleros que hayan quitado la música y recordado que en esas condiciones no se sirve una copa más, muy pocos lo han hecho. Otra de las cosas que también llama la atención es que durante estos meses de desescalada a muchos hosteleros les ha importado una mierda organizar eventos con más publico del adecuado. Pero claro, como se trataba de terrazas interiores, el covid por esos lares no frecuentaba. Estaría bien pensar que quizá de “aquellas lluvias tengamos estos lodos”.
Sobre la solidaridad voy a hablar desde mi punto de vista de perro viejo en el gremio. Es muy curioso ver esas manifestaciones de la hostelería, que de forma conjunta, reivindican una mayor atención al sector. La verdad es que es para alegrarse, ya que en el tema hostelero cada uno ha ido siempre a su aire. Se podrían poner muchos ejemplos empezando por la diferencia de precios en las compra a los proveedores, la colocación de terrazas, el precio de las copas, los menús tirados de precio,… Yo aprendí mucho de un viejo camarero-propietario cuando me dijo,” si llega el día que te ves trabajando para una marca de cerveza en vez de para ti, déjalo”. Se refería a la competencia desleal que hay en la hostelería y como se tiran los precios para ganarse a la clientela. Eso sí, muchos han blanqueado pasta a carretilladas. Es más, si alguien ha podido joder a su vecino no se lo ha pensado dos veces.
Esto se está viendo estos días cuando han cerrado a toda la hostelería menos a los de comida a domicilio. Es entendible que muchos negocios que se dedicaban a la venta de comidas y cenas “insitu” se readapten para poder salir adelante. No es entendible ni la venta de cafés, ni de la cervecita con su respectivo pincho. Que cada cual haga lo que quiera pero soy de los que pienso que lo más solidario seria cerrar todos- con las correspondientes ayudas- y esperar a que pase la tempestad. Sobre esto también deberían pensar muchos propietarios a la hora de barajar el tema de los alquileres: si los bajan, o mejor, no los cobran durante estos meses muchos negocios podrán sobrevivir. La postura inteligente es que esos negocios puedan seguir funcionando después de que pase todo, y mientras tanto ya tienes al amigo hostelero que te está pagando todos los gastos, excepto el alquiler.
En fin, un poco de autocritica no está nada mal. Ahora, esperemos que los que deciden sobre los cierres hagan la suya propia y que antes de tomar decisiones tan importantes que afectan a cientos de miles de personas, tengan todas las ayudas bien atadas y resueltas. Que aquí no se atan los perros con longanizas, al menos para muchos hosteleros. Todo lo demás es echar tinta de calamar sobre el asunto, camuflarlo y dificultar el futuro de un sector estratégico en la economía de nuestro país.