Hace un año que estuve de viaje en Chile y viví las movilizaciones que se produjeron en el país para luchar por crear una nueva constitución que hiciera avanzar al país hacia una verdadera democracia. Los momentos fueron muy intensos y tengo un grato recuerdo de ello.
Esta semana se ha aprobado por mayoría la redacción de una nueva constitución, todo ello en medio de una pandemia que esta asolando a parte del país, especialmente a la gente mas desfavorecida y de barrios marginales.
En un estudio realizado por la BBC se resaltan las comunas (distritos o barrios) que votaron en contra de este cambio de constitución. Fueron cinco en todo el país: tres en Santiago, uno en el Norte y otro en la Antártida. En este último era de esperar, ya que solo fueron solo 31 votos y todos de manos de militares, la clase represora – aparte de carabineros- protagonista de la injusta situación de Chile. En el norte, concretamente Colchane, limítrofe con Bolivia el rechazo fue casi unánime, el 74% de los votos y casi todos también de personal militar.
Pero cizañamos a la capital. De todas las comunas solo tres votaron en contra: Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. En estas comunas se vive en una realidad distinta al resto del país. Numerosas empresas de seguridad privada cuidan de los intereses de las clases altas dominantes de la política y economía del país. Los mejores colegios y centros comerciales se encuentran en estas comunas. La educación y la riqueza se concentran en las avenidas donde vive el poder político, el poder económico y las élites de la sociedad chilena.
Mientras, en comunas como La Cisterna (que un servidor eligió como hospedaje) y donde las movilizaciones sociales fueron casi diarias el voto arraso a favor del cambio.
Lo que los resultados demuestran (un 80% a favor y un 20% en contra) da una imagen de la insignificante polarización de la sociedad chilena: una gran mayoría aboga por el cambio.
El triunfo ha sido interpretado como la victoria de las movilizaciones ciudadanas que estallaron en las protestas de octubre de 2019 y en las que se pidieron cambios profundos en materia social y económica.
El rechazo en estas comunas, que tienen el poder del país en sus manos, hace predecir que el cambio no va a ser fácil y que las protestas van a tomar más fuerza con la llegada del buen tiempo: en Chile hay más preocupación por el hambre que por el coronavirus y la gente está harta, cansada y hambrienta.
Estas votaciones lo que nos muestra es que hay una segregación social intemporal y geográfica incontestable. Y posiblemente, sabiendo que el movimiento es muy trasversal, lo que existe en el fondo es una encarecida guerra para acabar con los privilegios de la elite.
Como conocedor de la situación, espero y deseo que en Chile no suceda lo mismo que en España: que quien lucho para interpelar a la “casta” se conviertan ellos mismos en casta. Sería imperdonable.
Un enlace para leer detenidamente y preocuparse de que esto pueda suceder por aquello de que de “las revoluciones siempre se aprovechan de ellas los sinvergüenzas”