La ley lo establece muy claro: hay personas, menores y mayores, que por motivos de salud están exentos de ponerse el “tapabocas”, o comúnmente conocido como mascarilla. Muchas de estas personas, ante los últimos acontecimientos violentos que se están produciendo por parte de ciertos energúmenos, tienen miedo a salir a la calle. Hasta ahora estas personas ya estaban acostumbradas al rechazo social, insultos y miradas de odio por parte de otros viandantes. Cuando se utiliza la violencia es que estamos cruzando una línea roja.
Cuando nuestro querido y amado presidente Pedro “El Guapo” dijo en varias ocasiones que nos encontrábamos en estado de guerra contra un enemigo invisible dio pie a todo tipo de actitudes. Utilizar la palabra “guerra”, aparte de ser un error de estrategia, es una vergüenza indecente. Este amado líder, o quien le escribe los discursos, debería darse una vuelta por Siria para saber lo que significa tal termino. Realizar ese tipo de declaraciones en una democracia puede llevar a ciertos energúmenos a actuar en “legítima defensa” contra el enemigo invisible y liarse a hostias contra cualquier persona, que por razones físicas, psíquicas o psicológicas no puede portar la desagradable mascarilla.
Cuando suceden este tipo de actos me siento tremendamente avergonzado de pertenecer a esta mal llamada especie humana. Si el cerebro de algunos ciudadanos (y políticos) no rige en plenas facultades que se abstengan de salir de casa. Pueden pasar el tiempo jugando a la play o viendo videos en youtube. También hay futbol, pelis porno, peleas de perros, misas en directo, lo que deseen. Pero que cuando salgan a la calle y vean que hay ciertas personas que no portan la mascarilla, pues joder, que se aparten y miren mal, que es lo que hacen con asiduidad. Que sepan que pasar al insulto y a la agresión está penado por la ley y puede llevar graves sanciones. A ver si así entran en razón, como buenos españoles.