Cagar, el único acto democrático

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Un caganer es una figurita de nacimiento que se suele colocar en los belenes como tradición en Cataluña, normalmente escondida en un rincón, detrás de un arbusto, agachada y en postura de estar defecando. Eso dice wikipedia.

La representación de los nacimientos de navidad surgió como una precoz aplicación de las técnicas de Marketing. En un principio la iglesia fijo la fecha de navidad el 25 de diciembre sin ningún tipo de justificación histórica. Fue más tarde, con San Francisco de Asís, cuando al pesebre se le añadieron pastores y demás actores. Cuando esta tradición llego a Cataluña, los catalanes, que para lo que quieren son muy astutos, introdujeron este personaje y crearon un universo de posibilidades del motivo de su presencia, la del “caganer”.

Hay una frase muy popular que dice “Caga el rey, caga el papa, de cagar nadie se escapa”. Cuanta sabiduría. ¿Ustedes se imaginan a nuestros queridos reyes –Felipe y Leticia- cagando como cualquier mortal? ¿O a esa persona superpulcra vestida de Armani con la falda sobre las rodillas y tirándose pedos mientras deposita sus bellos excrementos en el fondo de la taza del inodoro?

No cabe duda que este es un acto demasiado revolucionario e igualitario, sobre todo para las intenciones del poder. Es demasiado difícil asumir para estos seres superiores que los más humildes servidores del sistema puedan tener las mismas necesidades, y que incluso sus deposiciones – su mierda- sea de mejor calidad que la de ellos. Aunque, tal y como están las cosas actualmente, no sería de extrañar que hasta esto, el acto de cagar, se convirtiera en un asunto de estado.

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