Mucho se habla sobre la inteligencia. Alguien puede ser un pitagorín, un erudito, tener un Cociente Intelectual altísimo, pero se ha demostrado qué si no existe lo que se conoce como “Inteligencia Emocional”, no está completo.
Hace 25 años, Daniel Goleman nos sorprendió con la publicación de su libro “Inteligencia Emocional”, rápidamente se convirtió en récord de ventas (unos 5 millones de ejemplares en 40 idiomas) y él saltó a la fama con una idea que hasta entonces era desconocida: las habilidades y los éxitos no se miden solamente por el Cociente Intelectual.
Aunque, sin ninguna duda, el nivel de conocimiento influye muchísimo, lo que realmente marca la diferencia, según Goleman, es la habilidad para identificar las emociones propias y las de los demás.
Durante todos sus años de estudio, Daniel Goleman demostró que cuanta más Inteligencia Emocional tenga una persona, mejor será su desempeño a la hora de lograr objetivos y tener éxito a todos los niveles.
Algunas de las características esenciales que establece en la Inteligencia Emocional, son:
- Empatía
- Autocontrol emocional
- Autoconciencia emocional
- Influencia
- Visión positiva
- Trabajo en equipo
- Manejo de conflictos
- Adaptabilidad
- Orientación al logro
- Adaptabilidad
- Orientación y tutoría
Cuando le preguntaron a Goleman, cuales eran para él las 3 habilidades más importantes, eligió: influencia, la habilidad de orientarse al logro y la empatía.
En la historia de las personas más brillantes e inteligentes que se conocen, nos encontramos con algunos casos en los que se cumple esta regla de que su falta de Inteligencia Emocional era evidente.
Hay que tener en cuenta, que la media de C.I., viene a ser entre 90 y 110; una persona por encima de la media,viene a ser entre 111 y 120. Y una persona “dotada” (el 6% de la población mundial) oscila entre 121 y 130.
William James Sidi (1898-1944): se estima que tenía un 300 de C.I. y que ha sido el hombre más inteligente conocido.
La historia de este hombre da miedo. Tenía 1 año y 6 meses cuando, sin previo aviso, le pidió a su madre una hoja de The New York Timesy se puso a leerla en voz alta. Escribió 4 libros, 2 de anatomía y 2 de astronomía, entre los 4 y 8 años. A esa edad hablaba 8 idiomas.
Sin embargo, a lo largo de su vida, y a pesar de todos sus logros, sintió los efectos de la soledad por su propio carácter huraño, o quizás, por su propia incapacidad para relacionarse.
Isaac Newton (1642-1727): con un C.I. entre 190 y 200, tampoco tuvo una vida de cuento. Su padre murió al poco de él nacer y su madre se volvió a casar cuando contaba con 3 años, dejándole con su abuela materna mientras ella se iba a vivir con su nuevo marido. Isaac desarrolló un carácter tímido y retraído, llegando a confesar con 19 años que deseó que se incendiara la casa de su madre y su nuevo marido con ellos dentro.
Albert Einstein (1879-1955): se estima que Einstein tenía unos 190 de C.I. Desde luego fue un hombre brillante, de eso no cabe duda. Pero también se le conoce por ser un hombre distante y solitario.
Describió su hijo en una ocasión: «Incluso el llanto más fuerte de un bebé no parecía molestar a mi padre. Podía continuar con su trabajo completamente impermeable al ruido».
Como en todo, no se puede generalizar.
De cualquier forma, hoy día las universidades y los Master enfocan la educación no sólo a la enseñanza de las materias, sino también a relacionarse, comunicarse y saber moverse tanto laboral como socialmente.
Necesitamos más gente empática, colaboradora y positiva. Que de listos, vamos sobrados…