En este tiempo de haber estado confinado en casa, cuando vives en plena naturaleza y tienes el privilegio de tener una parcelita con jardín, te das cuenta de lo “rico” que eres.
Yo siempre he sabido que era una privilegiada, porque a pesar de vivir a unos 60 kms de Madrid, madrugar muchísimo y tardar una hora o más en llegar a algunos trabajos, al llegar a casa… ver las hortensias, el lilo, las aromáticas plantadas con todo cariño… Eso no tiene precio.
He tenido varias mascotas, porque adoro los animales. La primera fue Polka, un Mastín del Cáucaso, un perro guardián, fiel y pastor. Cuando Polka era joven, salíamos de casa a trabajar “de punta en blanco” y ella se nos tiraba encima con todo su amor. Llegábamos a la oficina con la camisa y la chaqueta llenita de patas; un día una compañera de trabajo me dijo: “¿a ti te compensa?”, y le contesté: “te invito a comer el sábado y tú me dices”. Cuando vino a casa me confesó que sí, que entendía porque me compensaba.
A Polka la envenenó un desalmado que intentó robar algún coche en la calle de abajo, que es sin salida (me lo confirmaron posteriormente). Ladraría tanto que le estorbó.
Desde la ventana a veces veo ardillas. Cuando Polka vivía las espantó, ahora han vuelto. También vemos mirlos y escuchamos todo tipo de pájaros. Algún erizo me he encontrado. Pero no todo es idílico, en casa nos entraban ratones, culebrillas y en una ocasión entró una rata enorme… Desde entonces tenemos gato y no hemos vuelto a ver ni un roedor.
En primavera planto tomates, nunca antes de Santa Quiteria, porque siempre puede caer alguna granizada que destroce las plantas; esto me lo han enseñado los lugareños más viejos del pueblo. Y ahora estoy empeñada en tener un pequeño corral con un par de gallinas ponedoras, que aún me queda un huequito por ahí.
Hace años, teníamos unos amigos, que quedar con ellos era ir al Club Social de su Urba, o al restaurante más pijo de la zona… joder, acabé hasta las… donde esté mi huerto.
Mi Edén es Cercedilla, en pleno Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Ahora tengo la suerte de trabajar en el mismo pueblo. Es un sueño. No cambiaría por y para nada mi vida actual. No critico la vida urbanita, ni los gustos de cada uno, pero la vida en plena naturaleza para mí es impagable. Ni sé cuanto hace que no me compro un vestido…
Yo sólo pediría una reflexión sobre los auténticos valores que son importantes en la vida: ¿Un buen coche?, ¿una vida social estupenda?, ¿mucha ropa y enseres? Sólo viajar es para mí un capricho.