Emiliano falleció en su tierra, en Ponferrada, a los 55 años el pasado 24 de agosto. Fue una de las caras más visibles de denuncia contra la pederastia en la Iglesia católica en España.
Emiliano Álvarez con sólo 10 años, fue una de las numerosas víctimas del sacerdote pederasta y depredador sexual confeso Ángel Sánchez Cao en el seminario menor de la localidad leonesa de La Bañeza, perteneciente a la diócesis de Astorga. Su denuncia pública, que expuso sin ningún tapujo, le convirtió en una de los rostros más visibles contra la pederastia en la Iglesia y protagonizó la primera manifestación en España de seminaristas contra los abusos que allí sufrieron numerosas víctimas por parte de varios curas pederastas, entre ellos José Manuel Ramos Gordón.
Fue la denuncia de F.J.F.L., víctima junto con su hermano gemelo ya fallecido de Ramos Gordón, lo que removió de nuevo todo que les sucedió a decenas de niños, entre ellos el propio Emiliano, y le dio las suficientes fuerzas para denunciar los abusos a los que fue sometido en dicho seminario.
Emiliano resumía sus dos años y medio su estancia en ese infierno de forma trágica: entró siendo un ángel y salió siendo un demonio.
Su vida transcurrió marcada por los abusos y las palizas a las que le sometían en el seminario y a los 23 años ya finalizaba su recuperación en Proyecto Hombre donde ingresó para recuperarse de los excesos de las drogas y el alcohol con las que se siguió castigando. Se sentía culpable de lo que le había ocurrido, el abuso a un niño que apenas ha empezado su despertar sexual, que no entendía nada de lo que le estaban haciendo, marcó toda su adolescencia llegando incluso a atentar contra su vida varias veces.
Nunca ocultó su pasado, precisamente siempre quiso ir de frente, a cara descubierta y relatando hasta con detalle, las torturas a las que fue sometido y que marcaron su destino para que precisamente no utilizaran de forma mezquina y torticera los problemas que tuvo.
Precisamente por ello no tuvieron en cuenta su testimonio, el propio Sánchez Cao se atrevió incluso a denunciarle por un delito de calumnia e injurias. Fue una segunda denuncia la que por fin pudo apartar al cura pederasta del ejercicio sacerdotal.
Nunca pidió ni un céntimo, siempre fue con la verdad por delante y fue maltratado de forma cobarde por la institución que se suponía iba a ayudar en su educación.
Estaba presente en numerosas manifestaciones en Astorga, siempre con su pancarta en la que pedía sobretodo “JUSTICIA”, siempre que se pedía su presencia en un medio, acudía. Relató una y otra vez en numerosas entrevistas y en el documental “Examen de conciencia” su traumática experiencia siempre con la verdad como carta de presentación, incluso le hizo frente a su abusador buscando respuestas.
Fue un hombre íntegro al que trataron de forma injusta y cobarde, un ejemplo de tenacidad, de justicia y de valentía. Siempre solicitó que hablaran con las víctimas, que no les abandonaran, que les escucharan. La sentencia del tribunal de la Rota fue notificada a ambas víctimas vía WhatsApp y una llamada leyendo la misma sentencia. Emiliano siempre calificó esa forma de afrontar las denuncias como la opción más cobarde, no le notificaron la sentencia de forma escrita ni ningún tipo de documentación, el daño fue doble para ambas víctimas. Tan sólo le prohibieron al pederasta no tener contacto con menores hasta que cumpla 80 años.
Él tuvo claro que la Iglesia católica no quiere afrontar el problema de la lacra de los abusos sexuales pero, a pesar del dolor que le infligieron doblemente, nunca le quitaron las ganas de seguir luchando y defender su honor y su verdad.
Junto con más víctimas dieron forma a su lucha a través de la asociación “Infancia Robada” de la que formaba parte de la directiva, y pelearon para conseguir una investigación del congreso, la que la propia Iglesia Católica no ha querido realizar, y sacar adelante una ley que proteja más a las víctimas y ayude a que casos como los ocurridos en el seminario de La Bañeza, no queden impunes.