Palestina nacida en el Levante Mediterráneo históricamente es una gran zona de Oriente Próximo, situada al sur de los montes Tauro, limitada por el mar Mediterráneo al oeste, el desierto árabe al sur y Mesopotamia al este.
Fue una zona comercial por excelencia, con distintas rutas comerciales uniendo la costa y Egipto con los países del Oriente Medio, lo que también ha provocado que fuese durante siglos el escenario de distintos conflictos bélicos, entre los pueblos que intentaban mantener el control del lucrativo comercio que discurría por la zona.
Palestina un Estado con reconocimiento limitado, es un territorio cuya soberanía no está reconocida internacionalmente, a pesar de ser administrado parcial o plenamente por algún organismo por lo menos potencialmente autónomo. No está negada su existencia; solo se afirma que generalmente no se reconoce su independencia o soberanía, por cuestiones de política o legalidad.
No obstante, el Estado de Palestina no poseía control de facto de ningún territorio, fue reconocido por cerca de un centenar de países en los primeros años. Tras los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha administrado algunas zonas dentro de los Territorios palestinos (compuestos por Cisjordania y la Franja de Gaza), mientras el resto fue ocupado por Israel.
El 15 de noviembre de 1988, la Organización para la Liberación de Palestina declaró en Argel la independencia del Estado de Palestina, tomando en consideración el Plan de las Naciones Unidas para la partición del Mandato Británico de Palestina en 1947 y que permitió la fundación del Estado de Israel al año siguiente.
En la actualidad 138 estados miembros (de un total de 193 estados miembros) de las Naciones Unidas reconocen la soberanía del Estado de Palestina, mientras una decena de otros países tienen relaciones informales con la ANP. En 2011 Palestina solicitó la admisión como Estado observador de la Organización de las Naciones Unidas, la que fue aceptada al año siguiente por la Asamblea General de las Naciones Unidas con 138 votos a favor.
Desde la “victoria” en la guerra de los 6 días, por parte de Israel, en junio de 1967 empieza una espiral de lesa humanidad en contra del pueblo palestino.
Espiral de lesa humanidad en Palestina, en los últimos 50 años, la ocupación de Cisjordania, de Jerusalén Oriental y de la Franja de Gaza por Israel, ha dado lugar a violaciones sistemáticas de los derechos humanos contra la población palestina que vivía en esos territorios ahora ocupados por Israel, que se vale de implacables políticas de confiscación de tierras, asentamiento y desposesión, sumadas a la discriminación generalizada contra el pueblo palestino, infligiendo un sufrimiento inmenso a la población referida que vivía en el territorio que fue ocupado, despojándola de sus derechos fundamentales.
Los números de la ocupación israelí: más de 600.000 colonos judíos israelíes viven en tierras palestinas ocupadas; más de100.000 hectáreas de terreno palestino fue apropiado por Israel desde 1967; 50.000 viviendas y estructuras palestinas demolidas por Israel en los últimos 50 años; más de4,9 millones de palestinos sufren restricciones de circulación a diario.
Los pobladores de los Territorios Palestinos Ocupados obviamente, tuvieron alterada la vida diaria en todos los aspectos imaginables, ya que el “vencedor de la guerra” impuso sus reglas. Adoptado un complejo entramado de leyes militares para reprimir la expresión de desacuerdo con sus políticas, y muchos altos funcionarios públicos israelíes fueron tachados de “traidores” por abogar por los derechos humanos de la población palestina.
El régimen militar de Israel sigue afectando a los palestinos en los mínimos aspectos de sus vidas: al desplazarse al trabajo o a la escuela, viajar al extranjero, visitar a familiares, ganarse la vida, asistir a un acto de protesta y acceder a sus tierras de cultivo o incluso al suministro de electricidad o de agua potable. Todo ello implica sufrir humillación, miedo y represión a diario. De hecho, Israel ha tomado como rehenes las vidas completas de los palestinos que permanecieron en sus casas cuando Israel ocupó su territorio.
Hamás, el grupo militante palestino que controla Gaza y al que se enfrenta Israel: su nombre significa Movimiento de Resistencia Islámica y su origen se remonta a los primeros días de la Intifada palestina de 1987 en contra de la ocupación israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza.
Estados Unidos, la Unión Europea, Japón e Israel lo consideran una organización terrorista ya que sus militantes han estado detrás de varios atentados en Israel.
Hoy es el grupo islámico más numeroso dentro del pueblo palestino y desde el 2007 tomó el control de Gaza, después de haber ganado democráticamente las elecciones parlamentarias palestinas en 2006.
Israel tiene un plan de anexión de Cisjordania incluyendo el Valle del Jordán, eso supone una decisión unilateral, ilegal que va en contra al derecho internacional; que supone más sometimiento al pueblo de Palestina. Expolio territorial con consecuencias funestas como: la segregación de centenares de miles de familias palestinas de su entorno socioeconómico, la violación de los derechos de propiedad y la usurpación de una buena parte de las tierras agrícolas palestinas, entre otras graves consecuencias. El Gobierno de Israel planifica la sujeción a su marco legal no solo de fértiles terrenos agrícolas, sino también de recursos hídricos fundamentales para el desarrollo económico palestino.
Sumado a eso, el gobierno israelí prepara una nueva avanzada respecto a Jerusalén Este, mediante la continuación de la anexión de asentamientos en la zona ocupada de la ciudad.
Los desahucios del distrito de Sheij Yarrah. La amenaza de desahucio que pesa sobre decenas de familias palestinas de Jerusalén que habitan en el distrito de Sheij Yarrah (al norte de la Ciudad Vieja) desde hace siete décadas ha sido otro de los motivos de enfrentamiento entre manifestantes y policías en las últimas semanas. Grupos de colonos vinculados a la ultraderecha israelí esgrimen títulos de propiedad sobre las casas, que aseguran haber adquirido a propietarios judíos anteriores a la creación del Estado de Israel, en 1948. El Tribunal Supremo aplazó la publicación de la sentencia final.
Jerusalén Este, también referida como Jerusalén Oriental, es la parte de la ciudad de Jerusalén que quedó bajo control jordano tras la guerra árabe-israelí de 1948, y que incluye la Ciudad Vieja de Jerusalén, con numerosos lugares sagrados para el judaísmo, el islam y el cristianismo. Israel conquistó Jerusalén Este en 1967 y se la anexionó en 1980, aunque este movimiento no ha sido reconocido internacionalmente. En la actualidad, Israel controla de facto toda Jerusalén y considera toda la ciudad como su capital, mientras que el Estado de Palestina ha declarado a Jerusalén Este como su propia capital. Ninguna de estas reivindicaciones ha obtenido un amplio apoyo internacional.
Según la resolución 181 de las Naciones Unidas, aprobada el 29 de noviembre de 1947, toda la ciudad de Jerusalén quedaría administrada por la ONU bajo la fórmula legal de un corpus separatum. Sin embargo, tras la batalla de Jerusalén durante la guerra árabe-israelí de 1948 la ciudad fue compartida por Israel y Jordania, con los israelíes gobernando Jerusalén Oeste y Jordania, Jerusalén Este y la Ciudad Vieja. La administración jordana duró hasta 1967, cuando, en la Guerra de los Seis Días, fue conquistada por Israel y anexionada al resto del municipio jerosolimitano, aunque dicha anexión no ha sido reconocida por ningún país del mundo y fue declarada una “violación del derecho internacional” por las Naciones Unidas en su resolución 478.
La apropiación imparable de tierras palestinas por Israel: los asentamientos ilegales israelíes en las tierras palestinas ocupadas, representan una de las principales violaciones de los derechos humanos, ya que, obliga el desplazamiento de grandes grupos de población palestina, para construir viviendas e infraestructuras destinadas al asentamiento ilegal de israelís, en los territorios ocupados. Además, ha utiliza recursos naturales palestinos, como agua y tierras de cultivo, para uso de los asentamientos israelíes.
La existencia de los asentamientos en los Territorios Palestinos Ocupados viola el derecho internacional humanitario y constituye un crimen de guerra. A pesar de múltiples resoluciones de la ONU, Israel ha seguido apropiándose de tierras palestinas y apoyando a los al menos 600.000 colonos israelís, que viven en la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental. Hasta el año 2005, más de 9.000 colonos israelíes residían ilegalmente en Gaza.
En los últimos meses, Israel ha acelerado la expansión de los asentamientos. El gobierno ha anunciado planes para la construcción de miles de viviendas nuevas en asentamientos existentes, y también para la creación de dos nuevos asentamientos en la Cisjordania ocupada.
Holocausto palestino. Las fuerzas israelíes tienen un largo historial de uso de fuerza excesiva y letal contra palestinos (hombres, mujeres, niños y niñas), como medida de represalia contra manifestantes y para reprimir la disidencia. Como consecuencia, miles han perdido la vida y muchos más han resultado heridos.
Desde 1987 se ha dado muerte a más de 10.200 palestinos; sin motivo aparente, lo que constituye crímenes de guerra. De la misma manera los palestinos mataron a más de 1.200 israelís, cometiendo resultantes de la ocupación también, crímenes de guerra.
Además, las autoridades israelíes han detenido arbitrariamente a decenas de miles de palestinos y los han recluido sin cargos ni juicio, en detención administrativa; entre ellos hay presos de conciencia.
En plena pandemia el ejército de Israel y las milicias palestinas Hamás y Yihad Islámica se enfrentan desde el pasado 10 de mayo, en una contienda abierta, que roza las 300 víctimas mortales y 2000 heridos, la inmensa mayoría por los bombardeos de la aviación y la artillería israelí sobre la franja de Gaza.
Los intentos de mediación internacional, especialmente de las Naciones Unidas, Egipto y Qatar, han fracasado por el momento.
Hamás pide la retirada de los soldados de la mezquita Al Aqsa e Israel quiere finalizar su ofensiva contra los mandos de las milicias, sus bases y los túneles de aprovisionamiento.
El secretario general de la ONU, hizo un llamamiento a israelíes y palestinos para un alto al fuego inmediato, ante el riesgo de un conflicto regional incontrolable y una crisis humanitaria de consecuencias incontenibles. Las hostilidades han alcanzado un nivel de violencia no visto desde el conflicto de 2014.
Mi opinión parte del principio que siempre abogo, de que ninguna guerra es justa. Pienso que la humanidad, en pleno siglo XXI, tiene condiciones de dialogar y resolver cualquier diferencia. El dolor y la miseria que genera una guerra, no vale ningún redito económico.
Además, en este momento, opino que la injusticia se ve aumentada cuando el Estado de Israel, que se amparó en la ONU para su fundación, irónicamente, no respecta el marco legal internacional flagrantemente. Pues, constantemente comete claras violaciones del Derecho Internacional, como es el caso de los asentamientos en los Territorios Palestinos Ocupados, violan el derecho internacional humanitario lo que constituye un crimen de guerra.
Dificultando las posibilidades de un acuerdo negociado que incluya el derecho a una capital en Jerusalén, debido al resquebrajamiento de la contigüidad territorial que esto supondría entre Jerusalén Este y Cisjordania.
Pienso que es necesaria una presión política y social internacional, para exigir la paralización de las intenciones y acciones del gobierno israelí y la adaptación de todas sus iniciativas al Derecho Internacional.
Asimismo, es menester fomentar la búsqueda de soluciones basadas en la legalidad internacional, que garanticen paz global y duradera entre israelíes y palestinos: con un Estado de Israel y un Estado de Palestina seguros, independientes, democráticos, contiguos y viables, dando continuidad al espíritu que se inició hace casi 30 años con la Conferencia de Madrid.
Ante tanta injusticia cometida en contra al pueblo palestino durante los últimos 50 años, me preocupa la posición de la comunidad internacional, la inercia de la ONU y las decisiones inicuas del Estado de Israel.
Entonces me pregunto: Palestina, ¿quién arropará tu sueño?