Todo comenzó en Chile

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En Colombia están resurgiendo unas protestas que antes de la pandemia se habían producido en otros países de Sudamérica, como es el caso de Chile.

Lo que estamos viendo en Colombia estos días tiene mucho que ver con el enquistamiento de la situación política del país con un gobierno, el de Iván Duque, que no habla con la oposición y que se ha venido reforzando en los últimos meses con la manipulación de los medios y el nefasto manejo de la crisis del coronavirus.

La pandemia ha producido en Colombia dos efectos definitorios de la actual situación. Primero, la economía Colombiana, como la de otros muchos países sudamericanos, ha sufrido un deterioro enorme en los últimos 15 meses, con un incremento notable de la pobreza y de la desigualdad, una precarización del trabajo (un 45% de los colombianos subsisten de la economía sumergida). Por otro lado, los efectos psicológicos de la pandemia han cambiado radicalmente las variables de la vida de los colombianos.

De LLs – ., CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=87873793

El escenario de violencia que se está viviendo en Colombia es el resultado de un mal manejo por parte del gobierno de la situación que vive el país. Lo que predomina en Colombia son formas autoritarias y muy duras en contra de las reivindicaciones de los colombianos. El ex presidente Uribe ha alentado al uso de la fuerza sin ningún tipo de complejo, incluso si tiene que hacerlo el ejército.

El Salvador es otro de los países de la región donde se está viviendo una situación muy complicada. Su presidente Nayib Bukele (39 años) ha destituido a todos los magistrados de la sala constitucional -lo hizo en el acto de constitución del parlamento-, lo que ha disparado las alarmas en parte de la comunidad internacional. Lo que ha realizado Nayib Bukele es un acto fragante de cargarse la democracia en este precario país, y bastante desacreditado. Para muchos se trata de un golpe de estado técnico. Organizaciones como Amnistía Internacional lo han denunciado repetidamente. Como máximo representante del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional – se define como un partido político conservador y nacionalista de derecha, que sin embargo, no pretende excluir iniciativas de la izquierda tradicional, ya que en más de una ocasión han acompañado iniciativas propuestas por estos– el efecto Bukele es un claro ejemplo de un caudillo, con muy poca experiencia política pero que ha sabido canalizar un descontento de la población salvadoreña en torno a la corrupción y los problemas acumulados de los gobiernos anteriores. Conviene recordar que de los dos anteriores presidentes de El Salvador, uno esta fugado y el otro está en la cárcel. Todo esto ha minado enormemente a un sistema de partidos bastante potente como era el FMNL, la antigua guerrilla salvadoreña, o Arena, el partido tradicionalmente a la derecha en la política de este país. Sobre este escenario, Nayib Bukele se alza con gran apoyo popular, una mayoría clara y alguien que no respeta ningún tipo de instituciones de control.

De AndreX – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=94252843

La pandemia está sacudiendo muy duramente a todo el continente en términos económicos. El retroceso va a ser brutal en los próximos años. Las desigualdades van a ir en aumento y la crisis sanitaria se va a dejar notar notablemente dentro de este contexto. El cansancio de la gente por culpa de la pandemia va a tener repercusiones muy serias con respecto a cualquier política que se quiera implantar. Lo más relevante será el deterioro económico.

«El establishment mediático, encerrado en Twitter, se dio cuenta de que hay redes sociales reales por donde realmente pasa el mundo», le dice a BBC Mundo Carlos Meléndez, académico de la Universidad Diego Portales e investigador peruano.

2021 va ser un año que definirá la dirección que tomara el continente en los próximos años.  Se habla mucho de la democracia fatigada en todos estos países. Si bien se siguen dando procesos electorales dentro de un razonable desarrollo, hay un incremento de la desconfianza entre los ciudadanos por las instituciones, y un cansancio por todas las formas de representación. Posiblemente surgirán nuevos partidos políticos o fuerzas políticas nuevas, como es el caso de Castillo en Perú, e incluso la aparición de nuevas figuras políticas, como puede suceder en las elecciones presidenciales de Chile a finales de año.  

Lo que suceda lo veremos en los próximos meses.