ahora no te puedo ver, pero aquí sigues, te quiero tiosheve!
Raíz
Soy hijo de esta tierra,
esta que nació de una serpiente,
devorada por un águila real,
que es ombligo de la luna
por la eternidad.
Soy fruto de su vientre
que se extiende por el continente,
soy aroma,
alimento
y ornamento,
soy coa,
yunta y arado,
soy milpa,
totomoxtle
y zacate.
Soy surco,
escarda y monton,
soy siembra,
cocecha
y troje.
Soy caña,
mata y espiga,
soy tamo,
lona
ypizcador.
Soy campesino
jornalero y agricultor,
soy elote,
masa
y atole.
Soy nixtamal
tortilla y ofrenda,
soy hijo del sol
con sangre de tierra
soy maíz, la raíz de tu descendencia.
A mi padre, Severiano AG, sembraste en nosotros tu alma, ahora no te puedo ver, pero aquí sigues, te quiero papa,
Sheve
No hay bálsamo
que palie tu ausencia,
no hay ya mazorcas
en la troje que tú construiste,
ahora ¿Quién va a sembrar tu presencia?
El maldito tiempo sordo
no detiene su paso,
a pesar de mis gritos de plegaria
no me atiende.
El dolor llega despacio
y esparce sus golpes.
Cien llegan a mi alma resquebrajada
que solitaria aúlla,
se derrumba y sus escombros lloran,
mil se asestan en mi pecho
y atacan la sangre
que en herencia bendita
tú me dejaste.
Un millón destrozan mis pensamientos
y devoran su luz,
los sumergen entre tinieblas
de amargo terror,
dos hieren mis pies
y derriban mis pasos,
tirado me tienen sollozando quimeras
que lejanas se quedan.
Ahora ¿Quién va a sembrar tu presencia?
Sin despedirte partiste,
en soledad diste tu suspiro final,
un atroz dolor asesina los corazones
de quienes conocieron tu ser terrenal,
vuela y agita tus alas para esparcir tu esencia inmortal,
que griten, que canten tus vástagos, nietos
y tu consorte que doloridos se quedan,
el arado, la milpa, los bueyes… la yunta esta lista,
las semillas y palas preparadas.
Pero, ahora ¿Quién va a sembrar tu presencia?
Sierpe
Y ahí me tienes,
inerte, herido, medio muerto,
sin un hada que alimente
mis afanes perdidos tras tu sombra,
con sierpes insomnios perpetuos
que atormentan mis noches
aun en compañía de artemisa,
con peñas enormes
sobre mi pecho quebrantado
desde tu llegada a mi olvidada felicidad.
En un camino de espinas
me encuentro hacia el hades,
mis manos bailan al compas
de tu sórdida melodía que entonas
desde el alba hasta el ocaso,
tirado en mi tálamo entre pensamientos
que nublan la pradera de mi lucidez
asestas tus golpes cargados de dolor y
un poco de muerte
¿Hasta cuando estarás conmigo?
¡Vete! Como humo disipado por el viento
aléjate y desaparece,
pósate sobre el roble que abrazo fuerte
como si deseara que contigo se quedara,
quémate con las plegarias
que entono mirando al cielo gris
sobre mi cabeza y una vez que seas ceniza
te arrojare al olvido,
te detesto como medusa a Perseo,
como el olimpo a Prometeo.
Levantare mi vida,
aun entre las ruinas que dejaras
tras tu partida,
edificare esperanza
sincitalopram o clonazepam
y mi cielo azul
llegará con un arcoíris
tras esta tormenta,
y desterrada de mi elíseo,
tu aposento será el yermo del olvido.
Silente
Que tu silencio
te bese los labios
con la dulzura
de los anónimos,
que te queme la piel
con un gélido viento invernal,
que te lleve tu amargo sino
al yermo donde habita medusa
entre miel.
¿A que sabe el destierro?
Ocultas tus amantes
en la cara oscura de tu alma
que se precipita al hades,
probaste las migajas que eros
dejaba en tu alcoba
pasada tu muerte
y así saciaste
tu hambre atroz.
Hiciste cenizas a los deudos del nirvana
que moraban cerca de tus pupilas
y no fuiste capaz
de llorar tu tragedia,
un torbellino de inocuos demonios
los llevaran al desierto
de tu oprobio para perderlos
eternamente.
Diestra mentirosa,
engañas a los ángeles
que se posan en tus cabellos
y les atas las alas con ellos
para entregarlos a los verdugos
que los devoran a prisa.
Cosecharas las viandas
del apocalipsis donde
tu soledad hará de colchón
en los insomnios sobrados
de lágrimas ensangrentadas
que llorara tu alma.
Y pasada una década
las llevaras al troje
de la casualidad
echando raíces de amargura,
y ahí, se convertirán en semillas
de locuaz tormento,
para ser sembradas en tu cuerpo.
las regaras entre estatuas
y abejas,
con tu llanto inmenso
para agonizar en ese yermo
que será tu cementerio.
Medusa
Entre los infiernos de mi soledad
sueles esconderte,
apaciguando mis ganas de llamarte
me seduce el olvido
que se cuela entre
demonios,
¿Dónde aprendiste a jugar así?
Siento desfallecer
atado al sino moribundo
que borra Mis huellas
de tu áspera
piel blanca,
tú, miras detrás de satanás
tus sucios deseos convertirse
en mi dolorosa realidad,
¡Moriré! Sonríes tomándolo de la mano
mientras mis querubines tratan de levantarme
de mi lecho mortecino,
¿Escuchaste mis plegarias?
Cientos de bolseritos
tejieron un aposento par mi alma
con musgo y ocochal
para que duerma en la suavidad
de sus complacencias,
asi no llegara al hades
precipitada por tu desamor,
en la aurora los gallos cantaran
mi despedida, como un himno
que suena a lamento de la natural
tierra que hambrienta espera mi cuerpo,
polvo inunda las lágrimas de mis deudos
que ojerosos despiden los recuerdos
que gritan tregua al tiempo,
madera y cristal engalanan
mi despedida al aposento
de mis huesos,
sucios intentos fallidos
por volver a mí el génesis
que late en mi sepultura,
entre ellos habitas
medusa de mi eterna soledad
y te escondes para asesinarme.
Bienvenida
Tienes frutos amargos en tus retales
después de la siembra
que ha convocado tu muerte,
los ha comido el infierno
y las almas en pena,
ambos vomitan sus quejas
y atormentados se alzan
y atizan los fuegos fatuos
de sus complacencias
malditas.
Inertes pedazos
de tu corpórea inmundicia
atraen pronto a iracundos gusanos
que los devoran a prisa,
pronto serás la nada
atorada en el tiempo
que apremia al apocalipsis venidero
que lapidara tu recuerdo,
y entre la eternidad harás reverencia
para paliar tu sino hecho cenizas.
Sepulturera ¿Has visto su alma?
Esa que se perdió de madrugada,
Que escapo de la jaula donde moraba,
¿Quién la libero?
Ahora préstame la aurora
Con un poco de nostalgia y muerte,
Quiero andar de su mano
ese angosto camino
que termina frente al espejo
ahí donde me miro y el reflejo miente.
Te encargo noviembre,
que llegue pronta a visitarme,
le tendré puesta una mesa
con los manjares que solía disfrutar,
que beba de mis angustias y vida,
que se sacie de tequila y
embriagada olvide el camino de vuelta,
y así viva eternamente entre la huerta
de mis quimeras y pueda comer yo también
de sus frutos ahora tan dulces como duraznos.