Unas pocas compañías -sobre 800- controlan el 80% de las transacciones trasnacionales de dinero en el mundo. Entre otras, los bancos y las tarjetas de crédito controlan el 40%. Cuando se investiga a fondo la cuestión se descubre que los accionistas de todo este conglomerado siempre son los mismos individuos, a los que los expertos llaman “los arquitectos sociales” del nuevo orden mundial, del nuevo orden global. Estos individuos, en su mayor parte pertenecen al mundo anglosajón, principal dominador en la economía desde hace décadas.
Ahora han entrado nuevos actores en escena que van contra esta corriente. Uno de estos nuevos actores es China. El gigante asiático esta intentando desbancar a este orden establecido creando sus propias plataformas – Alipay, Wechat– . Más de 1.000 millones de personas las utilizan diariamente. Todo lo que está haciendo China va encaminado a desbancar la hegemonía del dólar y doblegar al mundo anglosajón económico. China ha creado su propia moneda digital soberana que pretende que sea universal y respaldada por el oro, con el apoyo de un sistema financiero cuántico con la puesta de satélites en órbita para guardarse las espaldas de posibles sanciones de la FMI o el Banco Mundial. Lo que China intenta es cambiar el sistema financiero mundial. Casi el 90% de las transacciones que se realizan en el país asiático, hasta las más sencillas, ya se realizan de forma digital.
Que es lo que está en juego
Uno de los principales fines que se persigue con todo esto es la desaparición del dinero físico. Esto tiene muchos inconvenientes, empezando por el control del gasto. Con el dinero físico uno tiene mayor control del gasto. Con el dinero digital o en tarjeta, siempre se gasta más, se calcula hasta un 15 %, y normalmente se entra en una espiral de endeudamiento. Gastar con dinero físico produce más dolor que hacerlo pagando con una tarjeta. El dolor del pago en efectivo es momentáneo, cosa que no sucede cuando realizamos ese pago con un cargo en la tarjeta. Aquí el dolor se aplaza, lo que da pie a seguir gastando y perder el control. En resumen, cuando pagas con tarjeta sientes placer y cuando lo haces en metálico todo lo contrario. Así lo aseveran diferentes estudios realizados sobre la activación de nuestro cerebro en ambos casos.
¿Existe el dinero? Y si es así, ¿Qué es lo viene?
El dinero se basa en la confianza de las personas en saber que ese dinero tiene un valor. En realidad es una burbuja o falacia. Nunca ha existido. Derivados financieros, preferentes, reservas de oro,.. son la base sobre la que se asienta la economía.
Más de un 40% de la población española guarda dinero en casa “por si acaso”. Mientras muchos países van camino de eliminar el dinero en metálico de la circulación, la realidad demuestra lo contrario. Querer implantar un sistema electrónico a la “fuerza” es del todo inconcebible. En muchos lugares no hay conectividad. En otros muchos se vive en una economía de subsistencia. Obligar a que todo el mundo tenga una cuenta corriente, donde te van a cobrar por tener tu dinero no entra dentro de los parámetros de muchos ciudadanos. Es una doctrina imposible dentro de un plan que no guarda ningún tipo de relación con la dinámica de la vida. En el fondo se trata de una ingeniera social inaceptable en todos los sentidos. Aplicar estas teorías seria barrer todos los derechos constitucionales y de libertad que la sociedad ha adquirido durante décadas.
Y no solo eso. Con este sistema lo que se pretende es terminar con la privacidad del individuo. La esperanza es que posiblemente este sistema de control va a durar en establecerse. Como ciudadanos no podemos aceptar que desde los ámbitos del poder –económico y político- se controle en que gastamos cada uno de nosotros nuestro dinero. La sociedad no debe doblegarse al pago digital. Se debe de luchar por implantar un nuevo patrón bajo una conciencia social donde el dinero sirva para lo que es: comprar bienes y servicios, no para saber si a mí me gusta gastarme mi dinero en cervezas u a otro en casinos.
El efectivo se convertirá en una forma de rebelión activa, si ya no lo es. Es la única manera de no convertirse en esclavos del dinero y de los arquitectos del sistema social y financiero.
El dinero seguirá existiendo aunque se consolide la tendencia al sistema digital. Lo que hay que tratar de evitar es el autoritarismo digital. El plan ya se ha puesto en marcha. Cuando hay millones de personas en situación de exclusión social, millones de parados, millones de pensionistas – que pagan casi todas sus comprar en efectivo-, obligar ir en una sola dirección en el pago diario de nuestros gastos es inaceptable. Ambas líneas deben de coexistir. Legislar en contra del dinero en efectivo ha fracasado siempre que se ha intentado. Hay que dar la opción de elegir. La libertad está en juego.