Al parecer los obispos de Asturias, León y Cantabria no saben de qué hablan. Al parecer dejan claro que ni de lejos conocen la realidad de las víctimas y supervivientes de abusos y agresiones sexuales en el ámbito religioso. “La iglesia es la única que se ha tomado en serio los abusos”.
Esta frase, más allá de las letras que contiene, supone otra vuelta de tuerca que demuestra una gran verdad, que cualquier persona con una mínima dosis de diligencia intelectual sabe y conoce a estas alturas. Esta frase es un nuevo ataque frontal a las víctimas de abusos y agresiones sexuales en el ámbito de la iglesia que llega desde un grupo de obispos que no perderé el tiempo en definir. Alguno de ellos incluso ha tenido la desvergüenza de comentar alguna vez que esto es un mal menor, que son casos puntuales, que en la iglesia no existen casos de pederastia más allá de alguna excepcionalidad,minimizando, doble victimizando, ninguneando e incluso negando la mayor.
Los obispos dicen que pondrán a mujeres al frente de unas comisiones de investigación que nacen fariseas, que no incluyen compromisos de cumplimiento temporal, que no admiten controles externos independientes, monitorizaciones, medidas concretas de atención, reconocimiento y reparación, transparencia, inmediatez y diligencia, que no hablan de informar debidamente de sus acciones de prevención y reparación. Incluso usan la pandemia del coronavirus como torpe excusa presuntamente recurrente para justificar demoras y tardanzas. Todas las víctimas asociadas en Infancia Robada, ante esa frase se sienten una vez más humilladas, agredidas, doble victimizadas y ya ni siquiera exigen una rectificación porque saben de antemano que no llegará.
Al parecer para algunos sacerdotes y religiosos tomarse en serio un tema es sacarse una foto para los medios, colocar una mesa, dos sillas, un flexo y contratar a una mujer que pase por ser psicóloga, orientadora o catequista, que lo mismo da, una vez más no tienen claro quiénes deben atender a las víctimas. Carecen de empatía, cercanía, afectos, porque lo que más les preocupa es ocultar, como siempre hicieron.
Las instrucciones papales les obligan a la necesidad de hacer unos deberes, mal y tarde. No existe en mi entorno víctima alguna que a día de hoy se sienta satisfecha por el trato recibido por alguna de esas comisiones creadas a la sombra de un ciprés. Existen, eso sí, víctimas, la práctica totalidad de ellas, que se preguntan si esas comisiones existen o son fantasmas más propios de la literatura de Washington Irving, Goethe ó Oscar Wilde que de una materia muy delicada y de gravísimas consecuencias que alguien se tome en serio.
La burla constante, realizada con cobardía, les califica, retrata y delata. No piensen que la ciudadanía les cree, ni les toma en serio. Viven, pensando bien, en sus palaciegas diócesis como príncipes de la Iglesia y no como pastores, de espaldas a la realidad. Pensando mal como seres incapacitados para afrontar dramas y tragedias ajenas, porque simplemente no tienen actitud ni voluntad de enfrentar los terribles delitos de uno de los nuestros. Temen las consecuencias y saben que en caso de reconocer la verdad, estas tienen muchas ilaciones. No tienen voluntad de reconocer y reparar, no la tienen y la mayor parte de la ciudadanía lo sabe, pese a que ellos sigan viviendo en el sueño de Morfeo. Desde esta asociación, humilde pero constante y tenaz, solo queremos que sepan que una vez más han hecho lo que no deben : ofender a sus víctimas, retorciendo el dedo inmerso en la herida, demostrando no solo ignorancia, en alguno de los casos también mala fe.
Acabo leyendo a Maquiavelo, “principado eclesiástico: se conquista por virtud o por fortuna, más sin la una ni la otra, se mantienen”.
Y es que solo con el peso de esa frase, «la Iglesia es la única que se ha tomado en serio los abusos», han hundido una vez más la daga en el corazón de sus víctimas. Que lo sepan, y que desde su abismo de insustanciales acciones minimizadoras y negacionistas, expresas hasta hace bien poco y tácitas ahora, pese a estas campañas de marketing abigarradas y estériles en donde el zorro entra en el gallinero para vigilar a las gallinas, conozcan cual es la opinión exacta y real de un nutrido grupo de víctimas y supervivientes, que no creen en sus presuntas voluntades, y se sienten una vez más atacadas y agredidas.
Juan Cuatrecasas Asua
Presidente Asociación Infancia Robada – ANIR.