En la sociedad actual, y especialmente en Estados Unidos, siempre hay un problema número uno, pero a veces hay dos o tres problemas. El consumo de grasas, drogas o el crimen forman parte esa escala numérica. Ahora hay que sumarle la falta de paternidad. A fuerza de divorcios, muchos niños y adolescentes viven sin padre.
En opinión de muchos sociólogos el incremento de la delincuencia juvenil, el gran número de adolescentes embarazadas, el excesivo consumo de drogas o la proliferación de ataques con armas a los colegios son atribuibles a la ausencia del padre. No han sido pocos los que han declarado que no se le ha dado la suficiente importancia a las consecuencias de las separaciones. Llegando incluso a declarar que muchos abusos sexuales y desordenes mentales vienen derivados de esta ausencia.
“Es uno de los mayores problemas de nuestra sociedad”declara David Blankenhorn, presidente del Institute for American Values. Otros personajes de la vida pública también han puesto la mirada en este problema.
Con todo esto no son pocos los que declaran que las parejas, al igual que reciben incentivos por casarse y tener hijos, deberían ser penalizados por romper. Otras medidas, no tan radicales, se orientaban a crear ambientes sanos en la vida conyugal, ya sea haciendo más habitable los distintos trabajos de la pareja y luchando por evitar las desavenencias del matrimonio.
El sistema electoral en EEUU permite que cada ciudadano pueda votar a quien desee, ya sea un personaje real o de ficción. En una de las últimas elecciones el ganador, si omitimos a los líderes demócratas y republicanos, fue Homer Simpson, uno de los individuos con más distrofia paternal de los que han existido en las series televisivas. Programas de este tipo deberían ser reemplazados, o al menos compartidos, con otros donde se viera de verdad una paternidad dual de ambos progenitores.
No es una cuestión de recobrar los valores tradicionales sino de reflexionar sobre un problema que no se está afrontando con la debida consideración por parte de la administración, ni desde el punto de vista social ni jurídico. En muchas ocasiones, en las luchas de los divorcios o separaciones quien peor parte se lleva son los hijos. Habría que considerar cuales son las medidas a tomar más eficientes para que la figura paterna no desapareciera, bien por culpa de las leyes que favorecen la opción materna o, lo que es peor, por la falta de responsabilidad de padres que deciden seguir su camino sin considerar la que es su obligación: criar y educar a sus hijos.