El pasado fin de semana miles de personas disfrutaron de un festival de música electrónica en el Parque Acuático Maya Beach, en la ciudad china de Wuhan. Ni mascarillas, ni distancia de seguridad. Hacinadas y en medio del agua, la imagen no parece de 2020, pero sí lo es: en el epicentro del covid 19 parece que las cosas funcionan de otra manera.
Todas las imágenes de este festival se han vuelto virales: muestran una realidad muy distinta a la que atraviesa el resto del mundo, que continúa batallando contra el virus, en recesión económica y con disparidad de criterios con respecto a cómo enfrentarse a la pandemia.
El 23 de enero de 2020 se decreto la cuarentena en Wuhan. Oficialmente termino el 8 de Abril. En julio comenzó a volver a la normalidad la mayor parte de China. Las medidas del país asiático fueron drásticas para combatir la pandemia, eso nadie lo pone en duda, pero no mucho más que otros países del planeta.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que estas imágenes se divulguen al mundo justamente en el mismo momento en que china anuncia que ha patentado su primera vacuna contra el Covid-19. También, es muy interesante ver que es en los Emiratos Árabes donde se esta desarrollando la Fase III de Sinopharm, empresa estatal China.
Mientras China anuncia vacunas por 120 euros, cientos de países negocian con las farmacéuticas la compra de millones de vacunas. Y es que lo que está detrás de todo esto es puro negocio. Hay más de 200 proyectos de vacunas en estos momentos. Probablemente muchas no llegaran a ver la luz. Y mucha población, la más vulnerable por la situación económica de sus países, se van a quedar fuera de juego.
Con estas imágenes China está jugando conscientemente en esta partida de ajedrez, una partida que va a dejar secuelas físicas y económicas en varias generaciones.
Da la impresión que China ya celebra su victoria sobre Estados Unidos, es como si dijeran “nosotros ya la tenemos, ustedes tienen una parálisis económica bestial, ya somos la primera `potencia mundial”.
Si a todo esto unimos la inoperancia total de la OMS- un organismo controlado en su mayor parte por China- el férreo control del estado y el control tecnológico de la población, es lógico que las sospechas inunden las redes y los teléfonos móviles echen humo.
Lo que está claro es que algo no cuadra: se puede, en fin, ser un poco desconfiado con respecto a todo lo que está sucediendo, incluso respetando opiniones tan diversas como lo de las teoría de la conspiración. Y es que, a pesar de la información que recibimos continuamente sobre la situación de la pandemia en el mundo, este tipo de imágenes no parecen de un mundo real, al menos del que estamos viviendo todos nosotros en este momento.
Jugar con la salud de la población y hacer negocio de ello no es nada nuevo. Pero en este caso las consecuencias pueden ser impredecibles, y en el mundo ya se están empezando a ver los primeros movimientos que pueden llevar a una desestabilización de las democracias. Solo hay que mirar lo que sucede en Hong Kong.