Carmelo Gómez es nuestro paisano, nació en Sahagún de Campos en 1962, y fue un grande del cine español durante mucho tiempo, galardonado incluso con 2 Premios Goya. De repente, desapareció de la escena y nunca más se supo…
Hijo de agricultores, comenzó a trabajar en el campo con su padre. Hasta que decidió independizarse y trasladarse a Salamanca para empezar a trabajar en el teatro.
A continuación, se mudó a Madrid, ingresó en la Escuela de Arte Dramático y su papel en “El viaje a ninguna parte” de Fernando Fernán Gómez (1986) fue el pistoletazo de salida a una carrera meteórica, que continuó con títulos como: “Vacas” (Julio Medem, 1992), “Canción de cuna” (José Luis Garci, 1994), “Días contados” (Imanol Uribe, 1994), “Tu nombre envenena mis sueños” (Pilar Miró, 1996) y un largo etc. de éxitos…
Hasta el 2014, donde acaba su filmografía con “Tiempo sin aire”, una película dura, para pensar, sufrir y denunciar… Y mismamente, en la presentación de esta película, Carmelo anunció que no quería hacer más proyectos, ni para la pequeña ni para la gran pantalla, estaba desencantado. Denunciaba que sentía desilusionado, porque ha sido vetado por ser reivindicativo, como muchos otros actores. Ya no le llamaban.
Según sus propias palabras: “Estamos en una situación en la que no tenemos capacidad de expresión” (2015).
Y seguía diciendo en una entrevista de febrero de este año: “Es mejor tener malos actores, pero buenos chicos, que buenos actores, pero malos chicos, que nos estén dando el coñazo todos los días y que nos saquen los colores. No es casual. Los buenos chicos son los que trabajan ahora.”
Él no habla de colores políticos, sino de poder y de intereses: “No soy ni de derechas ni de izquierdas, pero sí que tengo mis propias ideas y cuando las quiero defender hay un grupo que me apunta con el dedo. Si ese grupo tiene poder, evidentemente me va a ir mal. Es el riesgo que corremos. No se puede decir yo soy tal y, luego, no querer pagar las consecuencias”. Considera que sigue habiendo censores.
Qué pena, volvemos a la lucha por la tan ansiada Libertad de Expresión.
Carmelo Gómez está totalmente volcado en el teatro. Ese teatro poético e intimista que no está al alcance de cualquiera. Porque exige del público una atención especial. A veces hay silencios que no todo el público los aguanta. Carmelo sufre con esos móviles que suenan y que iluminan la cara del público.
El público contemporáneo no es para el teatro intimista. Aun así, se siente satisfecho del cambio de rumbo en su profesión.
Yo tengo un amigo que estuvo destinado en Sahagún, en la época grande de Carmelo, y me contaba que era muy común (con sus Goyas) verle jugando al mus en el bar con los lugareños.
A día de hoy Carmelo Gómez, hasta que llegó la pandemia, representaba en el Teatro Bellas Artes: “Todas las noches de un día”, con unas críticas maravillosas. Espero que vuelvan a representar esta obra, porque yo, pienso ir.