Lázaro, ¡ Levántate y Carpe Diem !
Cuando llegué, las aciculadas hojas del ciprés habían recubierto el panteón familiar. El invierno había sido largo y duro. Rápidamente, desenterré la parte donde se encontraba la placa con el nombre de ella. A la derecha, un tronco de un mal talado árbol, me sirvió para sentarme tranquilamente al lado de su memoria y presencia. […]