Pasaron la cuarentena en sus megacasas a cuerpo de “campechano”, sus privilegios abarcan lo que ningún otro mortal se pueda imaginar. Vuelvo a repetir, los ciudadanos de a pie, los que tratan de sacar a este país adelante son los grandes olvidados en esta pandemia. ¿Distancia de seguridad?
En “Las uvas de la ira” John Ford lleva al cine la novela de Steinbeck de manera magistral. En este filme una familia, para escapar al hambre y a la pobreza no tiene más remedio que emprender un larguísimo viaje lleno de penalidades con la esperanza de encontrar una oportunidad en California.
Esta tarde, un hombre con su carrito y sin tener muy claro su destino se ha echado a llorar sobre la barra de un bar. Se encontraba totalmente perdido. Ha pedido una cerveza que sabía que no pagaría. Su única esperanza era un minuto de conversación, una pequeña esperanza. Su mirada se ha dirigido hacia una televisión donde se emitían imágenes de un partido de fútbol. No comprendía nada, parecía asustado ante las situación.
El camarero, ya acostumbrado a estas situaciones, se ha mantenido en silencio pero reflexionando. Este hombre seguirá vagando con su carrito y recibirá miradas distantes, como de repulsión. Los megaricos seguirán celebrando los goles, viajando aviones privados y nadando en sus piscinas de ensueño.
Que continúe esta farsa y que el circo no pare.
