Anne Sullivan y Hellen Keller: Historias de Superación

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Al principio quería homenajear en este artículo a Helen Keller; una vez que me he puesto a leer e investigar sobre la historia, ya no sé muy bien a quien homenajear; me di cuenta de que Anne Sullivan tenía tanta importancia o más que Helen.

Anne Sullivan nació en el 1866 en el seno una familia pobre de inmigrantes irlandeses que vivían en Massachussets. Tuvo una infancia muy dura en la que falleció su madre, tuvo que cuidar a su padre, enviar a sus hermanos a un asilo, y ella padeció tracoma, una infección y enfermedad ocular que causa ceguera “evitable”. Le hablaron de la Escuela Perkins para ciegos en Boston, y ella solicitó su ingreso. Le hicieron múltiples operaciones con las cuales su vista mejoró, y llegó a ser una gran estudiante, aprendiendo el alfabeto manual y graduándose con honores.

Helen Keller nació en 1880 en Tuscumbia, una pequeña ciudad de Alabama, su padre era un reconocido editor. A los 19 meses, Helen sufrió una terrible enfermedad (lo que hoy en día se conoce como “meningitis”), su familia llegó a pensar que la perdía. Cuando empezó a mejorar, todos aplaudieron esa mejora y la alegría fue inmensa; al poco tiempo, se dieron cuenta, que Helen ya no era la misma: no oía, no veía, no se comunicaba.

Al principio, Helen sólo conseguía las cosas con lloros y berrinches; la desesperación de sus padres crecía, puesto que no entendían nada. Llegó un momento, que se dieron cuenta, que Helen necesitaba una tutora privada.

Anne Sullivan se trasladó a Tuscumbia, y consiguió el empleo como tutora de Helen Keller, que era sordomuda y ciega, y no se comunicaba con nadie.

Empezó inmediatamente a trabajar con ella. Le enseñó a empezar a entender su entorno, a tocar y conocer las cosas. Posteriormente, con mucho trabajo, le enseñó a leer y escribir en Braille.

Cuando Helen tenía 8 años, fueron al Instituto Perkins para sordos en N.Y. A los 14, llegarían hasta la Escuela Wrigth Humason para ciegos, también en N.Y. Siempre de la mano de Anne Sullivan.

Después de graduarse en la Escuela Secundaria en Cambridge, Hellen ingresó en la Escuela Radcliffe College, donde recibió una licenciatura. Se convirtió en la primera persona sordo-ciega en recibir un título universitario.

Llegó a ser una gran activista del Partido Socialista, escribir libros, llegó a Hollywood para grabar una película, y con Anne Sullivan siempre a su lado.

Anne Sullivan murió a la edad de 70 años, y ya había tomado medidas para que otra persona acompañara a Helen, que murió muchos años después, en 1968. Las cenizas de ambas, están colocadas en la catedral de Washington.

Este mundo nuestro nos demuestra a diario que nuestras quejas y denuncias como seres humanos son totalmente insignificantes al lado de los problemas reales de otras personas. Creer que no somos capaces de hacer cualquier cosa se vuelve un completo mito gracias a seres extraordinarios como Helen Keller y Anne Sullivan.

Por otra parte, debiéramos pensar, lo que las personas con necesidades especiales necesitan realmente para poder integrarse y triunfar. Y eso es cosa de nuestros gobernantes y nuestra sociedad. Y en realidad, es cosa del apoyo de todos nosotros.

Por ti G.