«El trabajo de espionaje tiene una sola ley moral: se justifica por los resultados». John le Carré.
Escribir sobre el espionaje es una tarea complicada a no ser que haya sido tu profesión durante muchos años. Solo así puedes tener la suficiente información- y no siempre- para poder describir cómo funcionan los servicios de inteligencia de cada nación.
El espionaje en España desde siempre ha sido un gran desconocido. Reunir información confidencial sobre los “asuntos oscuros” de los diferentes gobiernos que ha tenido nuestro país es un reto que en muchas ocasiones pueden causarte serios problemas. Cuando un periodista ha querido adentrarse en profundidad en los “secretos de estado” difícilmente ha podido llegar a rascar superficialmente sobre el asunto. Al final siempre se ha topado con los servicios de “desinformación” que tienden a tomar vida propia.
Fernando Rueda y Elena Prada en su libro “Servicios de Inteligencia: ¿fuera de la ley?” dejan muy claro el asunto:
“Al director general del Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa) le habría gustado que este libro nunca hubiera visto la luz: los autores han sido objeto de todo tipo de seguimientos y presiones tratando de evitar su publicación. “
Estos son de los pocos periodistas que han tenido el valor de hablar claramente sobre la implicación de los servicios de inteligencia españoles (llámese Cesid) en muchos de los asuntos turbios de los secretos del estado. Podríamos hablar de los GAL y los fondos reservados, de cómo justificar el asalto a las embajadas de Argelia y Libia, del apoyo a los sanguinarios Escuadrones de la Muerte de El Salvador, de la venta de armas a países en conflicto, el homicidio de varios mendigos para testar una droga con la intención de aplicársela posteriormente a los etarras (operación Menguele), y más asuntos turbios en Latinoamérica.
Si existe una particularidad en todos estos “asuntos de estado” es el nombre de Emilio Jambrina (DEP) hombre de confianza del director general del Cesid en la etapa socialista, el general Emilio Alonso Manglano.
Emilio Jambrina, en su versión edulcorada nació en Astorga (León) y punto. No busques mas información que no la vas a encontrar. Se supone que su familia era astorgana. Quizás también donde se hizo oficial del ejército, G.O.E. Nº1. Grupo de Operaciones Especiales «Órdenes Militares» número 1, o puede ser otro sitio diferente, por eso todo es “información reservada”.
Durante su vida como solo tuvo una premisa que resumió claramente con sus propias palabras, “ no sé si he hecho algo bueno o malo, no lo sé, pero sí te digo que lo que he hecho siempre lo hice por servir a España».
En la vida de cualquier espía se dan circunstancias muy similares: cámaras ocultas, agentes asesinados, lucha antiterrorista, códigos secretos, falsas identidades, agentes dobles y triples, persecuciones, mentiras y abuso de poder,..
Supongo que en la vida de Emilio Jambrina se dieron todas estas circunstancias.
El 23 de marzo de 2020 falleció en Madrid llevándose consigo “los secretos de estado”, el sacrificio de la libertad personal – el suyo y el de todas de sus “victimas”-.
Todos llevamos un Emilio Jambrina en nuestro interior sobre todo si es “por el bien de España”, mejor a fin de mes.
Markus Wolf, “El hombre sin rostro” (jefe de los servicios secretos de la Alemania Oriental) escribió un poema:
“Y si yo odié demasiado
Y amé con desesenfreno y libertad,
Perdonadme por ser humano.
La santidad no era para mí.”
Bien podría ser las últimas palabras de un verdadero espía. Sobre todo sinceras.
Ángel Fernández, en Invernalia, Mayo de 2020.
Nota: Hay un medio que ha relacionado a los servicios secretos españoles con la pandemia del Covid 19 en España. Según este medio el CNI trasladó la «preocupación» de su delegación en Pekín sobre el Covid-19 pero Moncloa la ignoró:
«El sector del espionaje español ha sido uno de los duramente afectados por la pandemia del coronavirus. Han fallecido tres ex altos cargos del antiguo Centro: el general de División Pedro Herguedas Carpio, que fue el número dos de la AOME con Alonso Manglano; el comandante Emilio Jambrina y el ex director de la Escuela del CESID, Juan Grande González-Corroto.«
Este medio de comunicación, por sus antecedentes, a cualquier lector le ofrece muy poco fiabilidad.